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El Blog de Daniel Higa Alquicira

Los esteroides en el deporte moderno

Los esteroides tienen una larga historia en el mundo de los deportes a pesar de que su aparición se dio en la década de los treinta del S XX, cuando el químico alemán Adolf Butenandt aisló la hormona sexual masculina que años más se denominó testosterona y se proceso de forma sintética, dando vida a los esteroides androgénicos anabolizantes (EAA).

Por sus efectos visibles en el rendimiento de los  atletas, rápidamente se empezaron a administrar una vez que se comprobó que mejoraban la fuerza, la resistencia y hacían crecer la masa muscular.

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Fue en 1896 cuando el fisiólogo austríaco Oskar Zoth propuso inyectar a los atletas de una sustancia hormonal, que “mejoró la fuerza muscular y el aparato neuromuscular, lo que pudo mejorar el rendimiento atlético”, señaló en uno de sus informes médicos.

Incluso, Él y su colega Fritz Pregl se administraron extractos de testosterona de toro para conocer el alcance de estas sustancias en la fuerza y el rendimiento de las personas.

Después de muchos años, dos factores fueron determinantes para que el uso de los esteroides se convirtieran en un elemento trascendental –pero ilegítimo- en el desarrollo de los atletas y en la posibilidad de romper con los límites deportivos establecidos con anterioridad.

El primero es que hay investigadores que aseguran que tanto los Estados Unidos como los rusos y los alemanes, administraban este tipo de sustancias a sus soldados en la Segunda Guerra Mundial para que fueran más fuertes y resistentes.

Cuando se acabó la guerra, muchos de estos soldados regresaron a su vida cotidiana y algunos continuaron usándolos, lo que generó un consumo constante pero clandestino de estas sustancias, marcando a las generaciones posteriores.

Además, con la publicación y aparición en el mercado  del libro The Male Hormone por Paul de Kruif en 1945, en donde el autor señalaba que el consumo de testosterona sintética aumentaba la libido y el rendimiento atlético, provocó un uso masivo de estos productos.

A nivel deportivo, el segundo factor y el más determinante a nivel atlético fue la presentación del equipo olímpico ruso en las Olimpiadas de Helsinki en 1952, en donde arrasó con las demás delegaciones sobre todo en pruebas de fuerza como la halterofilia.

Uso en equipos olímpicos

Dos años después, el médico del equipo olímpico de los Estados Unidos John Ziegler, asistió al campeonato mundial de halterofilia que se desarrolló en Austria y ahí –dicen algunas versiones-, conoció al entrenador del equipo ruso y en una plática luego de unas copas, el soviético le contó que su equipo utilizaba esteroides derivados de la testosterona.

Esto revolucionó el mundo deportivo de los Estados Unidos y Ziegler junto con la empresa farmacéutica Ciba, procesaron un compuesto derivado de la testosterona llamado methandrostenolone, comúnmente conocido como Dianabol.

A partir de ese momento muchos pesistas empezaron a utilizar este producto, incluyendo los equipos olímpicos de halterofilia y otros como el remo. Lo mismo pasó con la gente de los gimnasios, que empezó a conocer y a consumir las pastillas rosas para mejorar su rendimiento y su figura.

Mientras esto pasaba en los Estados Unidos, en la República Democrática Alemana (RDA), los deportistas tenían niveles superiores a los del resto del mundo y muy pronto se convirtieron en potencia deportiva durante los años cincuentas y sesentas.

Pero en la medida en que se hacían más populares los esteroides anabólicos y más información se recababa al respecto,  los países occidentales detectaron que los del bloque soviético administraban grandes dosis a sus atletas, lo que los convirtió en deportistas casi invencibles.

No hay que olvidar que los países socialistas utilizaban los triunfos deportivos como una forma de enaltecer su sistema y su ideología, de ahí la importancia que tenía que fueran grandes potencias deportivas para demostrarle al mundo su desarrollo y su éxito político.

De esta forma, uno de los casos más dramáticos que se conoció muchos años después fue el caso de la lanzadora de bala Heidi Krieger, campeona olímpica y mundial de esta disciplina, que desde pequeña fue sometida al programa conocido como “Medios de Apoyo”, en donde el gobierno de la Alemania Oriental administraba grandes dosis de esteroides anabolizantes a sus atletas.

Esto le provocó graves daños en su sistema hormonal, cambió de fisonomía, su cuerpo se masculinizó, tuvo trastornos de identidad y de ser una mujer de nacimiento, en 1997 decidió someterse a una operación para cambiar de sexo y convertirse en Andreas Krieger. “Mataron a Heidi”, fue su declaración luego de la operación.

La moda de los fisicoculturistas

Pero más allá de los atletas de alto rendimiento, en los Estados Unidos sucedió un hecho relevante en el consumo masivo de los esteroides anabolizantes. A finales de los años setenta y principio de los ochenta, la moda fue tener cuerpos trabajados, con grandes músculos y bíceps de dos pulgadas.

Esto gracias a personajes como Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, que de ser campeones del fisicoculturismo, se convirtieron en estrellas de cine debido a su imagen y a su desmedido cuerpo.

Así, el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA por sus sigla en inglés) reporta que al menos 1 millón de estadounidenses abusan de los esteroides, incluyendo a atletas de bachillerato y universitarios.

Escándalos deportivos por esteroides

Una vez que le Comité Olímpico Internacional (COI) decretó como sustancias ilegales a los esteroides en 1982 y aplicó la prueba que mide los niveles de testosterona en comparación con los de epitestosterona en el cuerpo de los atletas, el caso más famoso es el del velocista Ben Johnson en las olimpiadas de Seúl.

Ahí el velocista canadiense ganó los 100 metros planos y se convirtió en el hombre más rápido del planeta. Sin embargo, en la prueba antidoping salió positivo a estanozolol, un esteroide anabolizante por lo que le retiraron la medalla de oro y la comunidad mundial condenó el engaño.

Otro escándalo que le dio la vuelta al mundo fue el del equipo profesional de ciclismo Festina, que en el Tour de Francia de 1998 fue expulsado luego de que su masajista fue sorprendido con 400 dosis de esteroides y los miembros del equipo dieron positivo en el antidoping.

Incluso se convirtió en un caso judicial y las autoridades francesas hicieron una persecución tremenda a los ciclistas expulsados y a todos los competidores en años posteriores, con redadas sorpresas y operativos dentro de los mismos dormitorios de los pedalistas.

Otro escándalo es el denominado caso BALCO, nombre del laboratorio de San Francisco California, que produjo y distribuyó el esteroide THG o Modafinil, que lo consumieron los velocistas Kelli White y Alvin Harrison, los beisbolistas Barry Bonds Jason Giambi y se acusó también a los entrenadores Remi Korchemny y Greg Anderson.

Finalmente está el beisbol de las Ligas Mayores de los Estados Unidos, en donde estrellas del diamante de los años ochenta como José Canseco, Mark McGuire, Samy Sosa y Ken Caminiti, entre otros, fueron acusados e incluso juzgados legalmente por el uso de esteroides a lo largo de su carrera profesional.

Y en el fútbol americano están las declaraciones del ex astro Jim Haslett, que jugó con los Bills de Búfalo entre 1979 y 1985 y concluyó su carrera en 1987 con los Jets de New York, año en el que tuvo que retirarse debido al consumo de esteroides.

En sus declaraciones luego de su retiró, aceptó que en la liga se consumían esteroides, que al “menos la mitad de sus compañeros lo hacían” y que la “moda” comenzó con los Acereros de Pittsburgh en los años 70, cuando ganaron todo.

“Si uno no los tomaba no eras tan fuerte como los demás, no eras tan rápido como los demás. Ese es el único motivo de hacerlo, para buscar competitividad", confesó. 

http://daniel-higa-alquicira.suite101.net/  

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